Tal vez, pero hay gente que parece no darse cuenta que, a medida que acumula (además de ni siquiera saber con qué sentido) va perdiendo tranquilidad. Llegan a caer en el contrasentido de vivir para trabajar en lugar de hacer lo contrario.
Parece que la tranquilidad de la que hablan se puede conseguir en lugares solitarios, aburridos, donde no hay expectativas de cambio. Y no siempre son garantia. Veo autos, ¿cuantas de esas personas conducen con prudencia? Ese es otro tema. Fido debe saber algo de esa gente, con su olfato de perro y su pensamiento de filosofo. Pero parece discreto para contarlo.
No me refería a la tranquilidad de la monotonía o a la necesidad de alejarse de la gente. Me refería a esa locura en la que tantas veces nos sumergimos viviendo a las corridas, esquivando autos que no dan prioridad a los peatones, que parecen competir por quien llega primero, olvidándonos de lo que debería ser prioridad: una vida en sociedad sin estres, sin competencia desmedida,en armonía, circulando por calles donde la función de encuentro ha dejado de ser valorada para pasar a ser reemplazada por el rápido y caótico tránsito.
jejeje
ResponderEliminarY en el micro centro de baires, es imposible.
Pero a la hora de irme, pienso en el hogar dulce hogar...
Nooooooo...directamente Bs As es un infierno!!!...al menso a mí, me resulta insufrible!
EliminarBesos, Cecy!
La tranquilidad es impagable...
ResponderEliminarBuen finde!
Y hacemos tan poco por preservarla!
Eliminar=(
Bueno, cada uno va haciendo lo que puede.
ResponderEliminarTal vez, pero hay gente que parece no darse cuenta que, a medida que acumula (además de ni siquiera saber con qué sentido) va perdiendo tranquilidad. Llegan a caer en el contrasentido de vivir para trabajar en lugar de hacer lo contrario.
EliminarUn abrazo
Parece que la tranquilidad de la que hablan se puede conseguir en lugares solitarios, aburridos, donde no hay expectativas de cambio. Y no siempre son garantia.
ResponderEliminarVeo autos, ¿cuantas de esas personas conducen con prudencia? Ese es otro tema.
Fido debe saber algo de esa gente, con su olfato de perro y su pensamiento de filosofo. Pero parece discreto para contarlo.
No me refería a la tranquilidad de la monotonía o a la necesidad de alejarse de la gente. Me refería a esa locura en la que tantas veces nos sumergimos viviendo a las corridas, esquivando autos que no dan prioridad a los peatones, que parecen competir por quien llega primero, olvidándonos de lo que debería ser prioridad: una vida en sociedad sin estres, sin competencia desmedida,en armonía, circulando por calles donde la función de encuentro ha dejado de ser valorada para pasar a ser reemplazada por el rápido y caótico tránsito.
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